Perdonen que me haya retrasado con este post, pero espero que entiendan que lo tenía que vivir intensamente.
Pudimos empezar la última etapa sin lluvia, y eso, ayudó para empezar con mucha energía. Me sorprendió sentirme fuerte, después de todas las jornadas que ya llevaba encima. Los comienzos de las rutas han sido las más bonitas, dejábamos las urbes atrás para adentrarnos en los bosques. Esta vez, eran tan frondosos que no dejaban pasar la luz del día, parecía que en cualquier momento se podía aparecer un hada. Pero todo este bonito entorno estaba lleno de charcas y fango, y agua, y trampas de agua. De repente, creo q no llevaría ni un kilómetro andado y metí el pie en un charco de agua, que me llegó hasta el tobillo. Desde ese momento, mis pies no volverían a estar secos. Y apareció la lluvia. Apenas hay fotos porque se hizo muy complicado usar el móvil.
No paró de llover, con lo cual mi otro pie, también se llenó de agua. El poncho no era suficiente para atajar tanta agua e irremediablemente, calaba por el abrigo. Menos mal, que no me empapé entera. Pero a pesar de todo esto y del viento, yo seguía fuerte, sólo eran 19km, ya tenia encima unos 100, ¿Qué es una raya más para un tigre?
Mi compañero del camino esta vez fue Marce, un gran tío de Santander, que me ayudo y me motivó todo el trayecto, aprendí mucho de él.
Pillamos un ritmo estupendo y avanzabamos sin parar apenas.
Aquí ya estaba a las afueras de Santiago, en el monte de Gozo. Se llama así porque desde aquí ya los peregrinos podían divisar la ciudad. Subidón, ya no nos queda nada.
Una vez que empezamos a entrar en el casco viejo, aparece a nuestro lado el monitor, Momo. Me hizo muchísima ilusión cuando me dijo que eramos los primeros en llegar, no me lo podía creer.
Empecé llorar de la emoción tan fuerte, me cogí de las manos de Momo y Marce y entramos corriendo en la Plaza de Obradeiro. Estoy escribiendo esto y me emociono de nuevo
estaba hecha polvo físicamente pero me sentí super fuerte, de verdad que no sé explicarlo.
Una vez hecho el trabajo, toca relajarse, tomar algo, duchita y comprar botas de agua en el chino
porque en cholas y calcetines con la que estaba cayendo,…. va a ser que no.
Tarde de pinchos y vinos, de felicitaciones, de encuentro con el resto de los compañeros
Y también las despedidas. En tan poco tiempo se comparten muchas cosas y me siento muy afortunada por la buena gente que he encontrado.
La noche con luna llena, se presentaba mágica, tanto, que casi se hizo día